El primer sismo que dejó huella fue el del 20 de marzo. Dos minutos después del mediodía un movimiento telúrico de 7.8 grados en la escala de Richter, con epicentro en Guerrero, sacudió el centro del país. En la capital se vivieron escenas de pánico, crisis nerviosas y hubo daños estructurales menores.
Pasaron varias horas para que se restablecieran las telecomunicaciones y el servicio eléctrico. Fue la primera muestra de la utilidad de las redes sociales para este tipo de contingencias, pues quien tenía acceso a Twitter o Facebook podía notificar que estaba sano y salvo.
La peor parte la llevaron en Guerrero y Oaxaca donde ese día la gente durmió en las calles por miedo a las réplicas. Además, decenas de habitantes de los municipios más pobres perdieron todo su patrimonio.
Una de las escenas que podríamos calificar como emblemáticas de aquel día fue la ocurrida en la Cámara de Diputados. ¿Cómo olvidar la forma en que se movía el candelabro que cuelga en el centro del recinto? Fue precisamente lo que alertó a los diputados y les hizo salir despavoridos.
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